viernes, 25 de octubre de 2019

El Maestro-Prefacio

 

 

El Maestro

Prefacio


Su nombre original se perdió en la bruma d e   los tiempos, allá lejos en el Perú de hace muchos años, antes de la Conquista de los Españoles, y de la historia que todos ya conocemos.
A nosotros nos llega presentado como El Maestro, un ser desconocido y ya muy viejo en ese entonces, a quienes los indígenas adoraban como a un Dios, y podría decirse que

en esa         época prácticamente lo era.

Era un ser maléfico y siempre lo habla sido, ya inclusive en las leyendas que hacían los viejos sabios de esas tribus pre-coloniales, de las que solo quedan sus rastros

en piedra, en curiosos grabados, y las tradiciones orales que se  

vienen transmitiendo desde la antigüedad.

Sus dones tenían que ver con la noche, con la muerte, o con la ausencia de ella al dejar de latir el corazón de las personas. Era el requerido de las tribus que peleaban contra otras tribus, y con quien se cambiaba favores cada vez que algo amenazaba a los grandes hechiceros o brujas de las mismas.
Las leyendas lo mostraban como una criatura de la noche y la oscuridad, alguien capaz de matar o de solo quitar la vida, y en esa época conocían muy bien la diferencia, un ser de increíble fuerza y de gran inteligencia, cruel y despiadado, que sólo buscaba algo entre sus víctimas. Su sangre.

Todas las culturas de los Andes Centrales tenían en claro que esa  

criatura no había sido humana nunca, por la que creían que  
descendía de los dioses, o los demonios, según se viese.

Las descripciones variaban enormemente según la región dónde se lo  
estudiara. Algunos decían que media más de cinco metros,  otros diez, los menos algo de tres y medio, pero en lo que si coincidían era en las garras o zarpas que los caracterizaban, capaces de tomar un cráneo humano y romperlo como una nuez, rematadas en filosas y perforantes unas que parecían dagas, tanto o más peligrosas que las de los pumas o las panteras. Sus ojos eran negros completamente velados por una película oscura que les filtraba  la luz y le permitía ver de noche tan claro como de día, y una boca llena dientes muy filosos, casi todos caninos, largos y muy blancos, cuya mordida pod1a decapitar a una persona vaciarla de sangre.
No hablaba, como se creía que hacían los dioses por aquellos días  

de la antigüedad de la prehistoria americana, pero podía poner  

imágenes y pensamientos en la cabeza de cualquiera, haciéndose  

entender perfectamente sin decir una sola palabra.

Sus servicios a los grandes jefes o caciques a veces eran muy caros, un costo tan elevado que muchas veces fueron difíciles de pagar, ya que no todos podrían estar de acuerdo con ello.
Se llevaba un pequeño a sus parajes.

Un niño siempre fue un precio elevado para cualquiera que tuviera que ofrecerlo, ya que sin ello  la raza podría desaparecer.
El Maestro era un hábil manipulador y siempre conseguía lo que quería, caso contrario toda la aldea o el pueblo que le había llamado y no pagado, podría desaparecer.

Se contaba de aldeas completas que habían sido devastadas por El  
Maestro, dónde ni los animales se habían salvado de sus ataques, y que habían sufrido lo peor de su furia y maldad desatadas.
Un pasaje de extraños caracteres hallado en la región más al norte de Bolivia, cerca del Perú antiguo, parecía una especie de verso que se llamaría algo así como “tierra de las almas", el  

territorio dónde vivía El Maestro y tenía a sus hijos  

que lo habitaban, muchos de ellos antiguos pobladores de      


distintas regiones que su nuevo dueño había captado en  sus  


raides.


Eran los no-muertos, las lamas errantes que vagaban por  

yermos terrenos en las rocosas laderas de los Andes, y  cuya  
humanidad había desaparecido para no retornar jamás.

Algunos otros también  lo llamaron eljardín de las penas ", en franca alusión a  las almas errantes que habían reclamadas por ese  Ser y que ya no regresarían jamás a la luz..

Distintos jesuitas que recorrieron la región de, documentando  

la existencia de los pueblos originarios de los Andes antes de la llegada de los conquistadores, recogieron distintos testimonios, en forma de tradiciones orales, de pueblos que habían estado

en las montañas desde mucho tiempo antes, casi perdidos en el  

tiempo, en el que se menciona a un ser que era llamado para  

vengar la afrenta de pueblos rivales, o para defenderse de la  

amenaza de algún mal en particular. No había un nombre en 


especial que lo reconociera, pero la mayor1a lo denominaba  


"El Sabio", o también "El Maestro".  
En todos los relatos se lo mostraba como un ser corpóreo, pero de cualidades superiores a las humanas, casi como si fuera la creación de un dios de la oscuridad, ya que solo se lo menciona llegando al caer el día, lejos de la luz, y que cumplía lo que se pactaba a cambio de una contribución que no era con nada material, como el metal, las telas, o algún otro objeto, sino hijos muy pequeños que eran entregados a cambio de sus servicios.
Entre las muchas y muy variadas e características que se le concedían, estaba la de ser como un espectro, capaz de desaparecer o aparecer de repente ante sus enemigos, lo que hacía imposible prevenir su ataque o idear una defensa.

Si bien había algunas muy vagas y deterioradas representaciones del  

mismo, las que mejor se podían  apreciar lo mostraban como un 

humanoide muy alto, casi el doble de la altura  normal, y con  

rasgos que no eran humanos del todo, casi simiescos en algún

punto, y cuyas extremidades eran desproporcionadas con respecta a su complexión en general.
Así era  la mitología del Maestro, de ese ser mítico de la antigüedad, desaparecido de las leyendas y los mitos por miles de años, y  ahora en algún lugar de Sudamérica, creando su propio dominio, su propia raza.
 Qué Dios nos ampare...

Inspiraciones 5

    A veces una máquina de escribir es una buena historia en sí misma.  Y ésta lo es. Luego de Pandemia 2020, una historia obviamente nu...