martes, 31 de marzo de 2020

Pandemia 2020 - 4





Dia 4


Los acontecimientos del día anterior me habían dejado algo preocupado, no tanto por mi o por lo que pudiera ocurrirme, sino por Serena, que al fin de cuentas era la única que importaba en cualquier caso.
Como era de esperarse no le dije nada sobre lo sucedido, la dejé con su tarea mientras hacía las cosas de la casa y me disponía a preparar algo de comida.
Se sintió mucho mejor cuando le di el paquete que había comprado para ella, agradeciendo no sin cierto pudor bastante notorio.
Me estaba perdiendo una parte importante de ese tránsito de la niñez a la adolescencia, el cuál tal vez fuera algo más fácil para los que tenían varones, o al menos convivían con sus esposas, quienes en este tipo de temas siempre eran mucho mejor que los maridos.
Se sumaban más casos a los ya reportados, si bien no eran algo que se salía de escala como en otros países, debido al aislamiento preventivo establecido  por el gobierno, iban sumando, y también iban apareciendo más muertos.
Hasta el momento eran pocos, casi todos pertenecientes a gente muy mayor, casi todos con antecedentes de viajes o contactos con gente que había venido de Italia o España, y unos cuantos de Estados Unidos, donde la cosa se estaba muy fea.
Mientras sacaba unos huevos y algo de fiambre para hacerle un omelette, tuve un mareo súbito que casi me hace soltar lo que tenia en las manos.
Logré dejar todo antes de agarrarme fuerte al borde de la mesada.
Era la primera vez que me pasaba, salvo el consabido mareo cuando uno está mucho tiempo agachado y se levanta de golpe, que no es más que un mareito de mierda, en el que sentía que el mundo se movía todavía, aún pasados unos minutos del sacudón inicial.
Un leve dolor de cabeza pareció apretarme los ojos para abajo, pero fue leve y pasó en un segundo , nada de que preocuparse.
Seguramente la edad y unos cuantos días seguidos de cerveza continua.
-PAAAAA...!!!
La realidad me tiró para el interior de la casa, y el grito de Serena me espabiló lo suficiente para darme cuenta que tal vez me estuviera hablando hacía rato.
-Si. Qué pasa...?
Me asomé al comedor justo para ver como se mordía el labio inferior y negaba con la cabeza.
-Nada. Te estoy hablando y no me contestás. Como siempre dice ma....- La frase quedó ahí suspendida en el aire.
-Perdón...?
Me miró como sorprendida y negó otra vez con la cabeza.
-No Nada. Si puedo usar la compu grande. Tengo que subir muchos trabajos y bajar los nuevos. El wifi a veces se pone lento.
Recordaba las discusiones que tenía con Carmen, tanto las veces que no la oía, como las veces que ella hablaba muy por lo bajo y de lejos, solo para poder recriminarme que no la escuchaba.
-Si, claro. Es tu casa, mi vida.
Sentí el movimiento hacia el extremo de la mesa que estaba más cerca de la compu, y el zumbido de los ventiladores cuando la encendió.
-Paaa...Es cierto que este virus es el más contagioso de los que se conocen...?
Aproveché que había un par de infectólogos en la tele, a la que le bajé el volumen para oír mejor a mi hija desde el comedor.
-Por lo que dicen...- contesté mientras ojeaba los zócalos en la pantalla. - Se propaga muy rápido a pesar de ser más pesado que otros virus, y en condiciones normales no dura nada en el aire, cae casi de inmediato.
Mientras le decía eso, que aparecía en el videograph bajo la imagen del médico que hablaba, me acordé de un whatsapp que venía reenviado, dónde decía que habían hecho un estudio que afirmaba que este bichito permanecía  hasta tres horas en el aire.
Algo no me cerraba. Si era más pesado que el de la gripe común, como podía flotar tanto ?.
En fin, era cuestión de mantener la distancia social, como recomendaban y ahora se entendía por qué, dado que nadie estornudaría frente a tu cara, y los que hablaban escupiendo se cuidaban como los mejores, pero nunca a más de un metro o metro y medio. Las medidas en todos los casos, y en todo el mundo era de dos metros de distancia.
En realidad  cada exageración en medidas precautorias, o distancias entre personas, solo ponía en evidencia que no se sabía casi un carajo de este virus.
-Y no hay vacuna...?
-Nop - me encantó contestar como ella.
La sentí que entraba a Windows, con todos lo tiempos que el sistema operativo de las ventanitas se toma, y que casi no uso por ello en favor de mi Debian Linux, mientras tarareaba algo que me sonaba a unos coreanitos que estaban de moda. Tenía los dos sistemas en la máquina porque tanto ella como mi mujer solo usaban Windows, sino apagaban la máquina.
-O sea que estamos al horno...No ?
Me quedé mirando la tele, dónde pasaban imágenes de Italia, España, y luego Trump en una conferencia de prensa. Nueva York se estaba por ir al carajo.
En Francia, con miles de casos y muchos muertos, recién ponían un estado de sitio, con militares en la calle y todo, y en medio de varios meses de tensiones con sindicatos y grupos de izquierda.
El mundo ya no era un lugar tan seguro.
-No, mi amor. Vamos a salir. Cuando eras un bebé hubo otra pandemia que fue bastante jodida, y salimos igual. - Ella lo tenía claro - Hay que hacer caso a las medidas.
Seguía tarareando mientras esa mierda de software se ponía en linea.
-Te creo, pá -Dijo y casi seguro que miró a la cocina - Aunque mamá siempre está enojada con vos, dice que si hay alguien que va a sobrevivir al fin del mundo, sos vos.
Me tomó por sorpresa la revelación. No se bien si por el halago o el sarcasmo, pero en cualquiera de los casos era algo que no me esperaba.
-Pudiste hablar con mamá...?
Había empezado a teclear algo cuando se detuvo.
-No, pá. Le dejé varios mensajes pero no me contestó. Ni siquiera me clavó el visto.
Aquello era muy raro. Carmen no dejaba que Serena estuviera sin ponerse en contacto con ella mucho tiempo, o sea cada media hora como mínimo.
Busqué el celu y mandé varios mensajes, no tan violentos como los que estaba por enviar al primer día. Me estaba preocupando.
-Fijate el número de ese señor que tanto habla mamá. El del laboratorio...
Un momento de silencio mientras buscaba los contactos.
-Ahí te lo mando por whatsupp.
Ahí estaba el tipo.
Me esmeré en ser lo más cuidadoso posible, pero le dejaba claro que aún era el marido legal, y que la hija quería saber el paradero de su madre.
No figuraba en linea, y tampoco clavó el visto.
Cuando voy al comedor para ver que andaba haciendo con su tarea, una figura se recortaba en la ventana del comedor, alguien con un camperón amarillo, y pantalones azules con tiras fluo.
Parecía el barrendero, o un tipo de los que juntan cartón, pero cuyo abrigo no concordaba con las temperaturas que teníamos.
Las persianas estaban bajas, casi hasta el marco inferior, pero estiradas para que corriera aire entre las tablitas. El tipo estaba haciendo sombra con las manos sobre los ojos, para espiar lo que ocurría adentro
-Qué pasa amigo...? - pregunté en voz bien alta y fuerte.
Se notaba que nada bueno, ya que salió a los piques haciendo un ruido de esos, lo que hablaba de borceguies o zapatos de trabajo bien pesados.
-Qué pasó, pá...?
Serena se había asustado.
La tranquilicé diciendo que me había parecido ver alguien en la ventana, y alguna pavada más que solo tenía el fin de no asustarla mucho.
Me acordé de algunos mensajitos sobre unos chorros en el barrio, y volví a la cocina por le celu.
Busqué y lo encontré. Era de antes de este quilombo.

                                                   Willy- Viste lo de la viejita de Ernesto. ?
                                                              Enfrente de casa.
Yo- No. Emilce  ?

                                                   Willy- La misma. Le entraron a robar
Yo-Que HDP !

                                                   Willy-La re-cagaron a palos, la ataron y le
                                                            robaron todo. Hasta la jubilación que
                                                            había cobrado hace poco. La mínima.
Yo- A esos hijos de puta hay
      que matarlos.!!!!

                                                   Willy-Una vecina dice que vio salir un tipo que
                                                            parecía el barrendero.Pero ni era el de la
                                                            cuadra. Era otro.

Por suerte ahora había mucha policía dando vueltas , aunque no tanto ese día como para socorrer a la pobre señora, una abuela sola que cobraba una miseria  y si no era por un par de vecinos y algún que otro semi pariente, la pobre ni para comer tenía.
Me quedé mirando la ventana sin poder reaccionar, pensando en los peligros que esta nueva situación podía traer, ahora que no había nadie en las calles, y que vestido de barrendero, ese tipo se podía mover y carpetear todas las casas que quisiera. El podía andar libremente, era personal de limpieza y estaba excluido del aislamiento. Encima con guantes y barbijo, era más que irreconocible.
-Paaaá...!
Sacudí la cabeza.
-Si, decime.
-El tipo no está en linea.
Asentí con la cabeza aún mirando la ventana. Algo me decía que las cosas iban a tomar un rumbo que mi no me gustaba.









domingo, 29 de marzo de 2020

Pandemia 2020 - 3




Dia 3

Terminé de nuevo en el super, entre las góndolas que uno por lo general no mira nunca, hasta encontrar dónde estaban los elementos de higiene personal. Obviamente no había un carajo, algunos paquetes o embalajes perdidos por ahí, pero nada como para ponerme a revisar. Y justo yo.
Una mujer andaba entre lo que quedaba de jabón en polvo y detergentes, y me vi en la necesidad de hablar con las que saben.
-Te puedo joder un segundo ?
La mujer me puso cara de víctima de intento de secuestro, y me estudió de arriba a abajo. En breves segundos notó que no era de peligro y decidió asentir con la cabeza.
-Me es un poco complicado ...a ver...
Me sentía un tremendo pelotudo, pero había que hacer cosas que para mi eran como...como que eran de mujeres. Y había que hacerlas.
-Mirá - dije cuando un poco de mi machismo llegó a niveles normales. - Tengo una hija adolescente en casa, quedó de este lado de la cuarentena, y necesita algo como ésto.
Saqué el bollito de plástico que había encontrado en el tachito del baño.
-Ahhh...! - exclamó con total tranquilidad.
Me quitó el plastico de la mano y lo miró con detenimiento.
-A ver...Dejame mirar que quedó.
Agarró un par de paquetes y me sopesó dos marcas distintas.
-Mirá. Ella necesita de éstas. - Me dijo acercándolas -Si me preguntás...éstas son más caras, pero son mejores que las otras.
Mi hizo un gesto con la cara y sonrió.
-Si vos me lo decís - respondí mientras agarraba el paquete elegido- No se habla más.
Ella dejó el otro en la góndola y se volvió a su changuito.
-Y muchas gracias.
Ella se volvió sonriente
-La mía tiene 15, y no vamos a poder hacerle fiesta con esto del virus. Va a ser para largo.
Imagino que era un garrón cumplir quince en medio de una pandemia, pero por lo menos tenías a tu gente cerca, y sobre todo a tu madre, que era la más indicada para contener a alguien en estos dias.
Me fui hasta el lugar de los panificados, tan desolado y arrasado como el resto del super, pero dónde algunos lactales todavía sobrevivían, y algunos panes de hamburguesa. Arriba con ellos.
Ya que estaba cerca me fijé en un  leberwurst de la casa, que estaba en precio y era muy rico, y no pude resistir mirar hacia el pasillo de las galletitas y los sancks.
Estuve un segundo contemplando la escena, y algo en mi interior sonó raro.
Había la típica gente que le importa absolutamente todo un carajo, que revolvía entre los paquetes, se tocaba la cara y hablaba por celu como si nada, los que andaban con barbijos y agarraban todo con la punta de los dedos, y los Eternautas que andaban con guantes, barbijos, mangas largas. Para el prototipo de Juan Salvo sólo les faltaba la máscara de buceo. Iban de un extremo al otro.
Eramos un país bastante pendular en muchas cosas, y en estas ocasiones era dónde más se notaba.
La voz de un altoparlante llegó desde la calle. Una voz gruesa y bien modulada estaba avisando algo.
Cuando se acercó al super se pudo escuchar mejor lo que decía.
-"...en cumplimiento del decreto del Poder Ejecutivo, instamos a todos se queden en sus casas. Mantengamos la distancia social y evitemos aglomeramientos..."
Me asomé entre las góndolas y vi una unidad del GAD escoltado por dos motos de la policia, recorriendo lentamente la calle, que justo pasaban frente al amplio ventanal del comercio.
-Me cago en la distancia social...- pensé .
Por lo que venía viendo eso no existía, tanto lo primero como lo segundo. Muchos hacían lo que se les cantaba el culo.
Llegué hasta la Caja, desde dónde tenía una buena vista de la verdulería de enfrente, y dónde me podría hacer de unos tomates más por si se me antojaba.
Un tipo grande, solo, y de antojo, en una cuarentena obligatoria, puede hacer un desastre con la comida.
Habian dispuesto unas marcas en el suelo, a metro y medio cada una, casi como en las largadas de la fórmula 1, y por suerte estaba en la segunda  fila para pagar, cuando en la verduleria se armó el revuelo.
La gente salió gritando, algunos a las puteadas contra alguien, y otros como deseperados. No se entendía bien desde dónde estábamos.
Uno de los que atendía, de barbijo y guantes, se acercó a la puerta del local, y comenzó a hacer señas hacia el super, al tiempo que le indicada con gestos a la gente que pasaba que no se acercara.
Las motos rugieron desde la esquina dónde habían llegado, y la acelerada del camión del GAD culminó en una bruca frenada en medio de la calle.
Se bajaron como para ir a repeler un asalto o una pequeña invasión, de tan armados que iban.
En segundos nomás, el empleado fue llevado adentro, y dos efectivos se plantaron en la entrada, uno salió de adentro con el rollo de cinta blanco y rojo.
-Uy....Qué pasó...? - dijo la cajera.
A esa altura todos los que estábamos en el local nos vimos cerca del ventanal. Cero distancia social.
Gente que venía por la calle tambien se paraba a ver lo que pasaba.
Los del GAD, tremendos osos de casi dos metros, que adentro de ese equipo de combate daban un poco de miedito, eran muy grandilocuentes a la hora de señalar que cada uno continuara con su camino.
Un par de sirenas se acercaban desde algún lado y muy rápido.
Una ambulancia y un patrullero de la 1a de Caseros llegaron al toque.
Los polis se hicieron con la custodia de la puerta, y tres personas bajaron como para una guerra bacteriológica.
El tercero del grupo fue claramente indicado como el ambulanciero, al sacar la camilla y un bolso largo que puso arriba de la misma cuando la armó.
El murmullo generalizado, tanto de los estábamos adentro, como la gente que supuestamente no debía estar en la calle agolpándose, era tremendo.
Como siempre no faltaron quienes ya casi sabían que había pasado, y que iban desde una muerte fatal, un asalto con heridos, y tres o cuatro boludeces que mejor no recordar. Eso sin contar que habían estado conmigo dentro del local, como para que sus poderes videnciales hubieran esclarecido el asunto.
Al poco tiempo salen los ambulancieros, acompañando una camilla que llevaba a un hombre de más de 30 años, dentro de una especie de bolso transparente, conectado a  
a  varios tubitos que iban a una mochila a los pies del tipo.
-Una cápsula.  - dijo alguien por detrás mío.
-Como la de las pelis ?
La pregunta quedó en el aire.  Nunca había visto nada parecido en Caseros, y jamás semejante despligue.
Todos los canas se calaron el barbijo y entraron.
Al rato salieron con una tipa muy joven, obviamente esposada, que fue a parar a la parte trasera del patrullero.
Arrancaron casi todos  menos los de las motos.
-Laura...! Llama a tu galán ...!
Uno de los chicos que estaba reponiendo lo poco que habia recibido le sugirió en voz alta a la cajera.
La dueña de la franquicia le hizo un gesto a la chica que salio de la banqueta con el celu en la mano.
-A ver como estábamos, que sigo cobrando.
Pagó el que estaba adelante y puse en la cinta lo poco llevaba.
-Ay...no...!!!
Todos nos volvimos a la cajera. 
-Que hijo de mil puta...!!! Hay que matarlo...!!!
Se despegó el celu con lágrimas en los ojos.
-El tipo estaba infectado y con fiebre y dolores, en cuarentena con la pareja, Salio igual a comprar...!!!
Murmullo general y justificado. 
Las lágrimas de la chica eran notorias.
-Se descompuso y empezó a ahogarse.  Ahi recién la mina dijo que estaba infectado...!!!
Obviamente el verdulero llamó al número habilitado para esa emergencia y dio la casualidad que los polis estaban a una cuadra. 
-Y ahora...? - preguntó la dueña 
La chica empezó a llorar mal
-  No se pueden ir. Ahora cierran y los llevan asi como están al Posadas. 
Hubo un segundo de silencio notorio. 
-Me queria decir algo más...pero les sacaron los teléfonos. 
Un ruido de frenos frente a nosotros. 
El camión del GAD y una unidad de traslado de Policia.




viernes, 27 de marzo de 2020

Pandemia 2020 - 2



 
Dia 2

Pasado el proceso de desinfección,  nada parecido a  las pelis de virus y contagios mundiales, o apocalipticos, y que debido al equipaje de mi hija llevó bastante tiempo, logramos pasar al hogar en si.
Ella sabia bien como era la cosa, ya que mi mujer la había instruido durante años para eso, dado que la vez anterior era una beba, debía saber qué hacer si otro bichito de esos salía a quilombear por el mundo. O sea que los zapatos, la lavandina, el cambio de ropa, el alcohol en gel (que obviamente ella traía bastante y yo no tenía) eran cosas que había aprendido, pero nunca había puesto en práctica.  Era su primera vez.
Estaba bastante caliente con su llegada, pero no por ella, todo lo contrario, sino por cómo esta otra la  había despachado para mi casa en un auto. 
Y los controles ?. Recien hoy iban a ver el tema de los padres separados y como se articulaba la cosa para que los chicos estuvieran de uno u otro lado sin demasiado movimiento. 
-Como fué que te largó sola ????
Ella se arrellano en un sillón del living y saco su celu todo tuneado.
- Me llamó hoy. Me dijo que venía un auto a buscarme y que tenia que venir con vos.
No le daba mucha más importancia que a un posteo de Facebook. 
Estos pendejos eran increíbles.  No le daban bola a nada. 
-Ella te llamó ? Y dónde estaba cuando hablamos anoche ?
Deslizaba el dedo en la pantalla sin mayores sobresaltos.
-No sé.  Calculo que en la empresa. Hace dos dias que no viene.  Estuve con María hasta hoy a la mañana, porque se tenia que ir a la casa.
Dos dias ?
Me estaba calentando. 
- A ver. Dos dias sola con Maria, y como la señora tenia que irse a su casa a cumplir con la cuarentena, te mandó para acá  ?
Desvíó la vista de su pantalla y se quedó mirándome. 
-Básicamente eso.
Agarré el celu, todavia húmedo del alcohol , y marqué el número de mi mujer. 
Qué carajo le había agarrado a ésta mina ?. 
La puta madre, el contestador de mierda ese . 
-"…después del tono deje su mensaje…' . 
Y una mierda. Ya ibamos a hablar.
Serena estaba conmigo y eso estaba bien, al menos par mi.
Ya conocia la casa, al fin de cuentas vivió en ella hasta hacía tres años, el tema pasaba mas que nada por la comida, y obvio yo no soy un buen cocinero, apenas un huevo frito aceptable y un churrasco sin quemar. Bastante si lo pensas bien.
El problema radicaba en que solo comia tres o cuatro cosas, nada complicado, pero que requerian una nueva salida al super. 
Habia unas hamburguesas, salchichas, las papas recién llegadas y bañadas, y queso fresco cuya horma recien había recibido un cariñito.
Obviamente sólo y a los cincuenta y cinco años, no tenia ganas de hacerme el gourmet. Por suerte ganaba bien y descontando los impuestos y la parte para mi ex, me daba para comprar algo hecho o pizza y empanadas. En combo y por separado.  
Por suerte habia una gaseosa, parte de una promo de la pizzeria, y que con la provision de cerveza que hay en la heladera, era candidata a ser rechazada. Menos mal que agarré todo.
-Te escribió o te llamó mientras venias para acá ?
La vista fija en el celu.
-Nop.
"Nop". A algunas cosas no me iba a acostumbrar nunca.
Aquello era raro. Carmen nunca pasaba mas de una hora sin controlar la hacienda. 
Ella trabajaba como secretaria en un laboratorio, con un farmaceutico o algo asi, y aunque nunca me lo dijo, seguramente la persona con la cual compartiría algo más que el trabajo. Nunca antes se habia metido tanto en ello, más bien lo contrario, ya que era el prototipo de anti-patronal más encarnizada que se pudiera hallar.
Agarré de nuevo el celu
- Soy yo. Serena ya está en casa y esta bien. Llamame apenas tengas ganas.
Fin del mensaje.
Me acordé que algo me había comentado de tareas virtuales para el colegio, ya que todas las escuelas, jardines, y hasta las universidades, hacía una semana que estaban sin clases. 
-Tenés tarea ?
Apoyó el celu en sus piernas y resopló mirando a un costado.
-Si…ahora la hago...
-Bueno…! Era una pregunta nomás…
Se levantó y fue a su cuarto, siempre listo aunque hiciera casi un año que no lo usaba, y el cual siempre limpiaba ceremoniosamente, ventilando y perfumando.
-Hay Wi-fi, pa…? Pagaste el cable ?
Un acceso de rabia me recorrió la espalda. Pero en el fondo tenía razón de ser su pregunta.
No era muy bueno manejando la plata, me salvaba que me pagaban bien, y parte de eso fue una de las tantas causas de la separación.
-Si. Hay.  Esta todo al día. 
Eso último no era del todo cierto, pero no iba a  afectar el tiempo de cuarentena.
Fui a la cocina a acomodar todo lo que traje, cuando de reojo la veo correr al baño. 
Mi cerebro machista banalizo varias causas del apuro, pero sin mayores problemas.
Mucho jabón y detergente en la bacha y adentro con los sachets de leche, vino, y todo lo que se pudiera mojar. 
Cuando terminé y dispuse todo sobre papel descartable en la mesada, limpie bacha, manos, y mesada con lavandina apenas rebajada. 
Si quedaba algún bicho vivo, no le iba a dar oportunidad alguna.
Me llamó la atención que no saliera aún.
- Estás bien ?
Ruido adentro. La canilla del lavatorio abierta a tope.
- Si. Si….todo bien. Ya salgo. Tenés que entrar ?
No. Era curiosidad y una alerta interior que me rondaba la cabeza.
-No.
Guardé las cosas, repase la cocina, miré una cerveza abierta de reojo al abrir la heladera, y caí en cuenta que no me quedaban aspirinas.
-Que boluda…!
La voz me llegó clarita en medio del silencio, el cuál era muy notorio  al no haber bondis ni autos pasando como en dias normales.
-Que pasó  ?
-NADA .
Fue bastante fuerte y claro. Pero de ninguna manera era nada. 
-Seguro…?
Un resoplido y ruidos con el chorro de agua.
-BASTA , PA…!
Listo, dije. No se hable más. 
Prendi la tele de la cocina y comencé a pasar los canales. Muertos por todas partes. Italia, España, China, y una escalada alarmante en Estados Unidos.
Los informativos tenian corresponsales en todos lados, gente común que por una cosa u otra vivia o estaba en lugares dónde la cosa se ponía fea. Algunos periodistas o cronistas fueron sorprendidos por la pandemia en algunos de esos lugares, y ahí nomás le calaron el auricular y le dieron un micrófono. 
Era el virus de mayor transmisión de la historia, el que más rápido evolucionaba, y con mayor letalidad para los grupos de riesgo. 
Pero no solo los mayores y los que padecían enfermedades de cuidado, tanto en España e Italia se daban casos de gente de 20 a 30 años que estaban más sanos que las preciosas chicas de los yogures o alimentos saludables, y les había pegado terrible. Hasta problemas respiratorios tenian algunos. 
Se notaba que trataban de bajarle el precio en algunos puntos, tal como decía el gobierno, para que no llevaran miedo o angustia a la población. 
Bueno, no se notaba.
Apago la tele y voy al baño, en automático, viendo que la puerta estaba entreabierta y la luz apagada.
Si bien lo habia limpiado, notaba como un repaso algo apurado en el mismo. 
Miré el tachito que dejo bajo el lavatorio para tirar cosas que no fueran papel higiénico, y vi hecho un bollito bien apretado el motivo del ajetreo ahi dentro.
Claro.  Qué boludo…!
Ya no era una nena, había crecido y desarrollado.  Seguramente con todo este desprolijo traspaso de hija, se habia olvidado algunas cosas fuera del bolso.
Se venia una nueva salida al super. 
La puerta de su cuarto esta cerrada. Golpeo.
-Abri - me dice en un tono muy diferente del que vino hace un rato. 
Entro y la miro
-No te preocupes.  Papá se ocupa. 
Su carita era de verguenza, colorada como un tomate. Una sonrisa apenas esbozada parece un "gracias ". 
Estas cosas son de mujeres y si bien los padres comprendemos, no tenemos mucho tacto en algunas cuestiones.
Paso por la cocina a apagar la tele. Otro muerto por el virus en Argentina. Eran pocos hasta ahora, pero seguian sumando, y esto recién empezaba.

jueves, 26 de marzo de 2020

Pandemia 2020 - 1







Dia 1

Habian declarado la reclusión preventiva y obligatoria a partir de la medianoche del dia anterior. Sabía por las noticias que se estaba gestando algo así, ya que los casos de contagio iban aumentando de a poco pero en sostenido.
Si los chinos comieran un buen plato de ravioles seguro que esto no pasaba. Pero bueno, se veia que el murciélago con caldo de pescado era más sabroso. Si al menos lo hubieran hervido como la gente…
Hacia un par de dias que no iba por el laburo, tenia francos a compensar y aproveché para dormir bastante y olvidarme de esa manga de turros que por un mango nos hacían laburar sin otra cosa que alcohol y un trapo con lavandina.  Barbijo o guantes te los debo.
Ya desde hacía unos dias la gente saturaba los supermercados, replicando el efecto plaga de langostas , que era la impresión que uno se llevaba cuando iba por un paquete de harina o una leche para el cafe de la mañana.
Cerca de casa había dos super chinos, y tres de un par de cadenas mas grandes, en las versiones express o standar. Ponele. 
Estaban todos como locos, y en verdad no habia razón fundamentada para ello.  El gobierno había anunciado el abastecimiento normal, y la continuidad de los servicios básicos.  El desabastecimiento lo producía la misma gente que se llevaba hasta el rollo de los números, y que parecía haber saqueado el lugar en vez de comprar.
En la tele y el celu aparecían a cada rato las recomendaciones para salir o entrar a tu casa, cosa que con la resaca que tenía mejor dejaba para leer después en profundidad.  Solo tomé el recaudo de los zapatos al entrar, y el trapo con lavandina atrás de la puerta. Cosas que habian quedado bien grabadas de cuando el H1N1, y la psicosis de mi mujer, justificada por nuestra única hija que era un bebé todavía. 
Me espabilé bien y  busqué ropa para andar en casa todo el dia, y un recambio cómodo de poner y sacar para salir a hacer las compras. 
Fui hasta el pasillo de entrada y calculé las medidas. 
Un metro de la puerta al felpudo, y del felpudo medio metro hasta la prinera linea imaginaria de cerámicas, que actuaría de zona desmilitarizada, y límite para llegar hasta allí con las ojotas.
Zapatos urbanos cómodos y sin cordones para sacar y poner rapido arriba del felpudo, una botellita de alcohol para limpiarme las manos y cambiarme, y una silla en terreno amigo para las pilchas de entrecasa. Las de calle en el gancho atrás de la puerta. También podria usar el garage que ahora estaba vacío, ya que el auto que alli se guardaba era de mi mujer, y no era seguro que volviera en mucho tiempo, pero significaba demasiado lugar de intercambio para una sola persona.
Hasta ahi todo era como la gripe anterior.  Protocolo activado, que hubiera sido más rápido de ejecutar si no hubiera tomado tanto anoche, despues de escuchar los gritos de mi mujer al otro lado del teléfono.  
Carmen seguia recriminando cosas en las que tenia razón, pero que en la situación personal que nos hallábamos no tenía sentido. Sino fuera por Serena, hacia rato que la mandaba a la mierda.
Un destello en el celu me obligó a ver que pasaba. Un whatsapp de un compañero, preguntando que había dicho la empresa.
Que se fueran a cagar. El presi fue muy claro. NADIE EN LA CALLE. VAMOS A SER MUY ESTRICTOS CON LAS MEDIDAS.
Los bondis solo llevaban gente exceptuada de la normativa, o sea personal de Salud, de Seguridad, o gente autorizada. Los trenes igual, y la policia andaba cerrando negocios cuyos dueños consideraban que la bijouterie o las pilchas eran de primera necesidad. Ni hablar los 2 pesos chinos. 
Tambien paraban gente al voleo que no iba al super, farmacia, o negocio abierto y autorizado, y boludeaba haciendo sociales. 
Eso se veia en la tele y corria en las redes donde estaba incluido.
La gente no habia entendido nada.
Le mandé un mensaje a Serena, un emoticon que para mi era ocurrente, y para ella una boludez casi seguro, pero que me hacía sentir algo más cerca suyo y más acompañado al mismo tiempo. Le escribi a Carmen, que no aparecía en linea, preguntando como estaban y si necesitaban algo. Obvio no iba a contestar. Y un audio a Serena preguntando lo mismo, de la que solo obtuve un pulgar arriba. 
Lamenté que la cuarenrena nos hubiera agarrado tan lejos, ella bien en Capital  y yo en Caseros, medio a trasmano todo, ya que hubiera sido un buen momento para estar unos dias con ella y poder recuperar algo de todo lo que perdi de su niñez. 
Habia crecido un montón, ya estaba en el secundario, y ni rastros de la nena que jugaba en la cocina de casa después de cenar.  Ahora era una señorita.
Busqué algo de plata en donde pongo las tarjetas y el efectivo, y del llavero una sola llave, a fin de no tener que desinfectar un montón que no iba a usar.
Luego del protocolo ya conocido sali a la calle a buscar algo para los próximos dos días.  Algo de leche, huevos, pan, y lo que viera o no se hubiera llevado la horda de desesperados.
El chino de la vuelta no tenía mucho problema con el tema de la distancia social, tenia más gente adentro que el San Martin cuando viene demorado, y por la calle tanta gente como en un feriado típico, que para lo que se había decretado, era demasiada. 
Se recomendaba que uno solo saliera a hacer las compras, pero como buenos argentinos ahí estaban la mujer, el marido, y hasta vi un par de chicos.
"Asi hacemos más rápido " decian algunos que escuché al pasar, y no faltaban los que luego las redes reflejarían con algo de humor, los que estaban sacando a pasear el perro por vigésima vez en esa mañana.
Fui hasta el Dia a dos cuadras de casa, donde casi no habia gente, y pude pertrecharme de varias cosas  incluido un tinto sin pretensiones, por si se me ocurría hacer algo más suculento de lo habitual para comer. 
Al salir fui hasta la panaderia a otra cuadra de alli  sobre la avenida, donde el argentinismo seguia haciendo de las suyas. 
Una señora en la puerta de su casa, evidentemente de más de 60 años, y sin hacer otra cosa que estar ahi parada, saludó a otra que venia con su changuito, provista de guantes y barbijo, la cual se acercó a saludarla, bajandose el barbijo para poder darle un beso y poder hablar mejor a medio metro escaso. Esa si que llevaba el barbijo de adorno.
Como si fuera poco, otro hombre mayor que paseaba el perro, se acercó a saludar a las mujeres, y entre los tres iniciaron una animada charla.
Estos si que estaban al pedo, pensé.  Y lo peor es que no habían entendido nada. 
En mi camino a la panaderia vi varios negocios cerrados. Más gente de la que debería, pero mucha menos que un dia normal. Casi todos iban rápido y con varias bolsas, y los que no, iban paseando algun perro. No necesariamente el suyo.
Al llegar a la panaderia ví personas haciendo cola en la vereda, entre ellos el tano Paolo, un tano viejo muy fanfarrón, lleno de guita y de familia numerosa, que vive en la cuadra siguiente a mi casa, casi a mitad de cuadra. Andaba con la nieta a los besos, teniendola de a ratos en brazos y otros dejándola que camine alrededor de sus piernas.
-No estaria bueno que la nena esté  en su casa ?
La pregunta me salió del alma. No era muy afecto a meterme en causas nobles, justas, o la que fuere. Soy de no meterme en realidad, y con este tipo mucho menos. Sin embargo me salió asi como asi. 
Me miró como si hubiera caido mierda del cielo, cortando los sociales con los que estaban delante suyo..
-Yo sé lo que hago con mi nieta.- dijo bien tajante.  
-No necesito que nadie me diga que tengo qué hacer. Ni usted ni el presidente. 
Mientras hablaba se cuadraba frente mio, haciendo valer su voluminoso fisico y la altura,  los cuales me sobrepasaban bastante.
Una mujer mayor, que tampoco debiera estar ahí, salió al cruce del hombre y le recriminó que sacara a la chiquita a la calle. 
Otro hombre también intervino, y para que la cosa no pase a mayores, una de las empleadas de la panaderia, que despachaban desde la entrada,  atendió al tano Paolo y lo fleto rápidamente. 
-Nosotros pasamos de todo, pibe. Esta mierda no puede con nosotros...- me dijo al pasar con la nena en brazos.
La mujer me miró sacudiendo la cabeza. 
Miré el teléfono que sacaba cartelitos a lo pavo. El servicio de noticias informaba a cada rato. En Italia estaban al horno, mas muertos que China y la mayor cantidad de contagios. 
Me parecía que esta vez alguien estaba pudiendo con ellos, salvo que éste tenía la suerte de estar acá, lejos del desastre.
Después de comprar volví a casa, no sin antes pasar por el chino, y sobornar a la bolivianita de la verduleria, que me tiraba onda, para que me consiga un rociador. 
Obviamente me lo trajo, junto con unas papas que ya que estábamos venian bien, prometiendo volver más seguido cuando pasara este quilombo. 
Con barbijo y todo se le notaba la sonrisita pícara, aunque no se veía.  Algo de agradecer teniendo en cuenta la cercania del padre, despachando cerca de la Caja del chino, pero sin perder el ojo sobre la hija. 
No era una piba exactamente, pero vieja tampoco, y estaba bastante buena.  Un mordiscón se merecía. 
Al fin volvía a casa, con las vituallas y ganas de cambiarme la ropa y sacarme la pila de virus que traía encima.
Justo cuando hacía contorsionismo para sacar la llave, cosa de no apoyar en el piso, un auto frenó cerca del cordón. 
Una jovencita delgadita y muy alta bajó del asiento trasero con mochilas y un bolso.
-Hola pá.
Bien. Despues de todo usaría el garage como cuarto descontaminante.



Inspiraciones 5

    A veces una máquina de escribir es una buena historia en sí misma.  Y ésta lo es. Luego de Pandemia 2020, una historia obviamente nu...