Final
La voz del pastor resuena en el
aire, mis sentidos están lejos, todavía en los sueños extraños que vengo teniendo
desde hace muchas noches, o días, ya que no tengo mucha noción del tiempo que va
transcurriendo.
Abro los ojos a lo que parece una mañana
muy linda, con mucha luz que entra a raudales por las ventanas del dormitorio,
y la que se ve desde el comedor, cuyas persianas Serena levantó.
Casi al mismo tiempo que enfoco la
vista en los objetos que me rodean, la
voz del pastor calló de repente.
Serena había apagado la radio, esa misma que ella se llevaba o apagaba cuando ese pastor aparecía mientras yo la escuchaba.
Aparece a mi lado como surgida de la
nada, de repente, sin que mis sentidos hayan tenido tiempo
de acomodarse y percibirla.
-Hola pá.
Un saludo corto y una sonrisa que no
logro interpretar.
-Tengo café caliente. Querés un poco
?
Es una buena oferta, aunque no entiendo muy bien porque me parece como
tal, ya que no tengo necesidad de un desayuno,
mi cuerpo está completamente cambiado, y no me pide que lo alimente como antes.
Ya nada es como antes.
No recuerdo haberle contestado
siquiera, pero ya se fue y ahora está de vuelta con mi taza del Ciclón, llena
de un café que huele bien, inclusive desde la puerta de la habitación.
-Cómo te sentís ?
Imagino que bien, pienso, pero en verdad no siento nada,
como si ya no fuera mi cuerpo el que habito. Me siento muy liviano, casi vacío.
Como si en alguna parte hubiera descargado todo el peso de mi humanidad y hora
me sintiera aliviado.
-Te entiendo.
Ni siquiera me parece raro me lea
el pensamiento. Todo ahora es tan normal como cualquier cosa en otros tiempos.
-Cómo me veo ?
Mi voz suena
espantosa, casi como una gárgara más que
fonética, y me cuesta lograr que mi
garganta articule bien. Me duele, inclusive.
- Cómo te imaginás que estás ?
Si fuera por la última vez que me viera en el espejo, seguramente
no me quedaría mucho parecido con la persona que fuera alguna vez. En realidad,
ni por asomo.
-Tomate el café.
Aquello suena como si lo hubiera dicho
mi madre, y no mi hija. Algo muy extraño en otro tiempo, pero que imagino
normal hoy.
Serena ya no parece la jovencita
pre-adolescente que llegara hace un tiempo
a casa, parece más grande, más adulta, hasta mayor que yo, si se mira bien.
Lo tomo. Está caliente pero no me
quema. Mi garganta se resiste, pero
puede que sea el último café que tome, uno hecho por mi hija. Aunque no hubiera mucha ciencia en ello,
venía de sus manos, y eso es suficiente.
Sobre la cómoda del cuarto falta el
espejo ovalado, aquél que Carmen había comprado en una casa del Centro, cuando estábamos
por casarnos.
Un cuadro que ya no recuerdo tener
en algún sitio. No tengo dónde mirarme.
Tal vez no sea necesario,
seguramente estoy peor que la última vez, y eso es casi un hecho. Otro espejo
más fino y alargado, que siempre estuvo al costado del placard tampoco está
ahora.
Se nota que tuvo mucho tiempo para
sacar los espejos y evitarme un buen susto si llegaba a reflejarme en algo.
Eso solo demuestra que no estoy en
mi mejor condición física. Una risa contagiosa se escucha desde la cocina.
Alguien le está contando algo
gracioso desde vaya a saberse dónde.
-Es Luis, pá. Más risas.
-Es un tonto…!!!
No imagino que le está diciendo, y
no sé si quiero saberlo. Ya nada me importa como antes. Bueno, no todo.
-Por qué apagaste la radio cuando desperté?
Por qué vos podes oír a ese tipo y no querés que lo escuche yo ?
Silencio.
Tal como antes, sin previo aviso se
aparece en el marco de la puerta.
-De veras querés saber por qué no
te lo dejo escuchar?
-Sino fuera demasiado pedir…
Levantó la vista hacia el techo, como
pensando, o tal vez compartiendo la pregunta con alguien en alguna otra parte.
-Tal vez no lo creerías, pá.
No tengo mucho que perder, nada en
realidad, así que… por qué no ?
-Todo está escrito en alguna parte,
la mayoría de lo que nos pasa hoy, ya fue anticipado hace mucho tiempo. Siglos. No es demasiado que toda esa gente, con
claras habilidades de videncia, profetizara lo que sucede.
Eso suena raro. Como mínimo.
Serena hablando de profetas y
augures ?
-No podés creer que tu hija se
interese por profecías y leyendas. No ?. Bueno, bienvenido a otro mundo.
No me cabe duda que hay otro mundo,
muy distinto al que conocía hasta ayer.
-Y qué dicen esas profecías sobre
esto que pasa ?
Me mira de reojo, como evaluando mi
pregunta y la intención de la misma. Por el momento solo quiero saber qué está
pasando. Todo viene realmente muy extraño desde un tiempo a esta parte.
- En serio - repongo - solo quiero
saber qué se dice. Qué dice ese pastor, qué hay de cierto en las profecías que
vos mencionas…
Se acerca y se sienta en la punta
de la cama, está muy tranquila y le brillan los ojos. Está radiante.
-Al principio no creíamos en todo
los que nos pasaba…
-Nos…?
Sonrie.
-Ya te imaginaras que no estoy
sola, y que hablo con la nada misma, pero no por estar loca. Nos escuchamos.
Realmente no sé si quiero escuchar
lo que está por decir, pero es necesario. Siento que hoy va a ser el último día
en que pueda oírla, hablarle, sentirla cerca.
-Es
un virus sintético, está demostrado, muy contagioso y altamente
letal cuando hay enfermedades previas asociadas, o la edad
de la gente está por encima del estimado de longevidad.
"Pero tiene una característica
que no estaba en los planes de sus diseñadores, una simple capa de proteínas que al fusionarse con las de determinadas células, activa algo en los genes, levanta un interruptor que estuvo
siempre ahí, y que nuestra humanidad nunca había llegado a los niveles
necesarios para que se encienda.
"Somos distintos a lo que éramos,
somos otros casi. Nuestras mentes se comunican como si nos estuviéramos viendo
en directo, como si fuera un holograma. Pensamos juntos o por separado, vemos a través de los ojos de los
otros, y escuchamos o sentimos a través de sus sentidos.
"Al suceder eso el virus
evoluciona de otra forma, creando una especie de barrera de inmunidad, para que
otros virus no entren en nuestro organismo,
se vuelve parte de nuestro de nuestro
sistema, de nuestra vida, y se desglosa
en todas las partes necesarias a los
efectos de los cambios que nuestro cuerpo
produce.
Estoy asombrado, nunca escuché de su boca
semejante léxico cuasi científico.
Tampoco imagine corno un virus puede transformarse en otra cosa.
Sabía de las mutaciones, pero de ahí
a conformar la chispa que encendía una nueva maquinaria...
-Es maravilloso, pá. No sabés lo que se siente
estar en muchas mentes y lugares a la vez, la felicidad y el amor que se pueden
sentir, el apoyo y el cariño de otros como vos…
Su mirada se perdió en algún lugar
de la habitación.
Hay un silencio algo incómodo,
cortado por un pensamiento que no era mío, pero tampoco de ella. Se acababa el
tiempo.
-Vamos ? Ya va siendo hora que
cumpla tu sueño.
Intento levantarme y la gravedad
conspira contra mis deseos. Me siento liviano y bien, pero mis huesos deben
estar tan fláccidos como la piel. Me cuesta horrores poder moverme.
Ella me ayuda a cambiarme. Nada
especial, salvo una camperita. Me hace acordar a su madre.
Salimos a la calle lentamente, en parte
porque mi estado no permitía mucho más que
eso, y en parte porque Serena no tenía demasiado
apuro en nada, salvo en la duración de mi vida.
Es un hecho tácito que este será el último día para toda una generación que no va a sobrevivir a la pandemia,
ni uno solo. Tal vez algunos pocos de
otra generación intermedia que harán de apoyo a estos jóvenes e inexpertos, que a pesar de poder
abarcar el mundo entero con el pensamiento
todavía tienen un largo camino por recorrer hasta llegar a la plenitud de sus
aptitudes.
El panorama es desolador y algo más,
mucha suciedad por doquier, mucha mugre acumulada en todas partes, y un grado de abandono que no recuerdo de ninguna oportunidad anterior.
Cada tanto se ven cuerpos en las veredas,
algunos con signos evidentes de haber
estado mucho tiempo allí, muy desmejorados, pero para asombro de mis ojos, no se están corrompiendo, sino que se están deshaciendo en cenizas.
Parte de esos cuerpos parecen momias a las que se ha desenterrado hac muy poco, pero otras están grises y resecas, que
el viento se lleva de a poco al desprenderse escamas y polvillo, deshaciéndose
sin remedio.
Muchos jóvenes caminan por las calles, la mayoría de la edad de Serena o un par de años mayor, pero muy
pocos menores que eso. Todos van diligentes con bolsas de compras, o con cajas llenas de insumos o alimentos.
Uno de ellos, un chico alto y de cabello muy rizado, se para cerca nuestro, sin
decir palabra, pero evidenciando algún mensaje para mi hija, que ella entiende de inmediato.
-Está bien. Pudo sola. Gracias
El chico saluda con la cabeza y prosigue su camino, hacia vaya saber dónde, munido de dos grandes bolsas, y con paso
raudo.
Mientras tanto mi hija me sostiene y
me lleva, a nuestro alrededor todo es destrucción y abandono.
Ya nada queda de nuestra ciudad, de nuestro pueblo, de ese lugar en dónde pasé mi vida,
y vi nacer a 'Serena. Todo está perdido.
El día está radiante, con un sol
hermoso y una brisa algo fuerte, pero que
de ninguna manera puede opacar lo que se
está viviendo.
Algo radiante y magnifico en medio del desastre.
A lo lejos se ven algunas columnas de humo, como restos de algún incendio lejano, o pastizales
que se incendian por algún motivo.
-No, pá. Fueron incendios que nadie pudo controlar .No hay bomberos todavía.
Otra cosa que me llama la atención, es la ausencia de
animales, tanto domésticos, como aves que siempre pululan por la
región. No habla rastro de perros,
gatos, ni palomas o pájaros cualquiera. El cielo y la calle están vacíos de
ellos.
Es una confesión dura y cruel, pero
limpia y clara. La limpieza se había hecho de forma prolija y sin que hubiera
que repasar errores.
La Naturaleza era sabia, pero sobre
todo, muy eficiente. Esta vez no iban a quedar cabos sueltos que otras
generaciones tuvieran que arreglar.
La generación de Serena iba a
heredar un mundo bastante limpio, en materia genealógica al menos. A pesar de
la cantidad de basura que se apilaba en muchos sitios, no había ni rastros de
moscas, o insecto alguno.
Levanto un momento la vista y advierto
la respuesta en sus ojos.
La calle parece eterna, extraña,
una imagen que jamás imaginé que vería, con poca gente y esa gente solo
jóvenes, algunos
cuasi niños, como en su momento lo hicieran
los adultos, haciendo compras, llevando cosas, o paseando a niños muy pequeños,
de los cuales seguramente se harían cargo a partir de ese entonces.
-A dónde vamos?
Ella sonríe y me mira de reojo.
-A dónde tus sueños te llevan. Es
lo menos que puedo hacer por vos.
Nos cruzamos con muchos chicos y
chicas en nuestro camino, en nuestra recorrida hacia el gran edificio Torre de Caseros, el punto más alto
de la zona, casi diríase del partido, desde dónde se puede ver todo hasta San
Martín, en un día limpio como ese,y Palomar hacia el otro lado.
Dista unas seis cuadras desde casa,
en tiempos normales, pero en mi estado, y con la ayuda despreocupada de mi
hija, bien pueden ser veinte. Ella gira la cabeza y me sonrie.
-Tranqui, pá. Llegamos.
A una cuadra está la avenida
principal, la que conecta Caseros con el resto de la zona, a través de sus
distintas arterias y calles, y que en ese momento es la desolación misma.
Muchos negocios cerrados desde
hacía tiempo, algunos con los carteles que así lo indican, y el de las
inmobiliarias que los alquilaban, como otros, que están aún con todas sus cosas
adentro pero que se notan abandonados desde mucho antes.
Muchas cosas ya no volverían.
Por más que
escuchen, no entenderán,
por más que
miren, no comprenderán”
Un cartel rajado en su parte
inferior, me hace acordar palabras del pastor de la radio.
El mismo cartel se ve pegado y roto
en muchos lugares de la avenida, manchado, rasgado en diversas partes, pero
notoriamente el mismo afiche.
Hasta que
las ciudades queden
destruidas y
despobladas,
las casas
deshabitadas,
los campos desiertos…
-Es lo que no querías que escuchara?
No sonrie esta vez, pero asiente
brevemente con la cabeza
- Digamos
El aire es fresco y agradable, ninguno de los chicos lleva tapabocas o lo que fuera similar,
van muy tranquilos a cara descubierta, disfrutando del aire de la mañana caminando displicentemente y sin mayores precauciones.
Para ellos no hay
problemas de virus.
-Qué fue lo que no
vimos ? Qué fue lo que no comprendimos?
-Casi nada. No comprendieron nada.
Llegamos a la primera esquina de la avenida, dónde una
vieja camioneta, ennegrecida por el fuego que la habla devorado
en su momento, nos impide cruzar en forma recta. De la vereda de enfrente, en
la esquina opuesta, una confitería
que muestra las consecuencias del abandono y el saqueo por parte de vándalos
que la atacaron hace tiempo.
Hasta donde la vista me lo permite, puedo divisar la soledad
y el deterioro
En las calles
que se cruzan allí, autos
abandonados, muchos incendiados sin
motivo aparente, basura acumulada en
varias partes, puertas de algunas
casas rotas, y hasta árboles caídos como por una tormenta que nunca vino.
Cruzamos la esquina sin mayores problemas, al fin de cuentas
no hay autos que se escuchen por ningún lado. Nos detenemos
un momento, más que nada para que yo pueda recuperar algo
de aire …
-Cayeron en la desesperación - me dice muy tranquila -
Aguantaron lo que pudieron, hasta que se dieron cuenta que no
importaba que estuvieran en sus casas, que de alguna u otra forma el contagio los iba a
alcanzar. Entonces salieron.
Sobre la misma
vereda, a media cuadra nuestra, en la misma puerta del enorme Bingo, una
decena de cuerpos se deshacen hechos cenizos, resecos y olvidados.
Levanto la vista hacia más lejos, casi hasta el paso a nivel, ese mismo desde donde viera el carperío que habían hecho los militares, .Mucho humo
de algunas casas en medio de
las manzanas abandonadas.
-Lo mismo pasa en las
casas? - pregunto por lo bajo
Hace una mirada
panorámica y asiente.
-En la mayoría. En otras estamos nosotros y la persona a la
que acompañamos antes de su redención.
Redención?
-Esa fuerza superior sólo eligió algunos sobrevivientes para
ello, para que carguen con el peso
de la culpa. Los que
expiarán
por el resto. Y vos
sos uno de esos, pá.
No me imagino que ello sea un honor, contemplar el fin
de una
generación completa, o de varias, y
ser el chivo expiatorio de los
pecados de toda la humanidad. O al
menos de la parte que nos corresponda.
-Por eso estas venas negras y mi piel blanca. Como las del
que entró en casa?
Asintió
-Él tuvo su oportunidad de redención y la rechazó. Por eso
lo revivió, para que pudiera decidir,
para que eligiera libremente. Pero
rechazó la oferta.
-Quién lo revivió…?
Me mira sonriendo.
-Vamos, pá. Solo
una fuerza en todo el universo puede hacer eso. La misma que te está dando esta oportunidad a
vos, la misma que nos eligió a nosotros, la única fuerza. EL.
Estoy perplejo. Muchas
cosas ya no deberían sorprenderme, pero esto es demasía do.
-Es como …
-Vamos - me dice haciendo fuerza sobre mi brazo - No queda
mucho tiempo.
Caminamos hacia la cuadra siguiente, mientras pasamos frente
a locales destruidos y sucios, muchos de
los cuales había visitado no hace más
de unos días atrás.
Al fin llegamos a la tercer cuadra, y cruzando la avenida vacía
y sucia, nos dirigimos hacia el Torre, el más alto de Caseros,apenas treinta
metros de la esquina.
Son demasiados para mí.
-Estoy yo. Quedate tranquilo. Vas a ver tu sueño.
No recuerdo haberlo pedido, aunque pensándolo bien, tal
vez no fuera un sueño, sino una especie de
premonición, un anticipo de lo
que estaba por acontecer.
Me mira sonriendo de
nuevo.
-Algo de eso, pá.
La galería debajo del edificio está abandonada, y llena
de restos de cenizas, dispersos en pequeños montículos,
que alguna vez fueron personas que vivieron y murieron sin saber nunca por qué, y tampoco en dónde.
Allí cayeron muertos por el virus, y allí se convirtieron en ceniza,
desparramándose a medida que la brisa o
el viento más fuerte soplaba en la galería.
El hall estaba al
descubierto, sus vidrios hechos añicos por doquier, y hasta pedazos de los mármoles
que adornaban sus paredes, yacían esparcidos en
derredor de los escalones de entrada.
El mostrado de recepción, todo de mármol en
una época, estaba roto en
muchos pedazos, cubierto de cenizas. Algo tremendo y horrible había
ocurrido allí. La puerta que daba a las escaleras estaba rota y astillada, y
las de los ascensores habían sido arrancadas, sin señales de su localización.
Me detengo ante ese último detalle.
No iba a subir por la escalera. No llegaría jamás.
-Tranquilo
Como surgidos de la
nada misma, varios muchachitos se nos aparecieron de la calle, y de las sombras de la galería. Todos
silenciosos y muy decididos a algo que
obviamente se me escapa.
-Tengo que subir -
dice Serena al aire
Por un momento todos se quedan muy quietos, serios, concentrados, creando un tremendo vacío de sonidos, como si
su sola presencia bastara para aspirarlos todos.
ESTA ROTO EL CABLE
Las palabras se sintieron muy claras, casi como si las
dijeran dentro de mi cabeza, como cuando me parece sentir los pensamientos de
Serena.
NO IMPORTA. PODEMOS HACER QUE FUNCIONE
Serena ladea la cabeza como asombrada, es evidente que eso
no está en su imaginario.
Un chirrido tremendo, crujidos que sobresaltarían a
cualquiera, y una luz muy brillante desde el interior de la cabina del
ascensor.
LISTO. AVISANOS CUANDO LLEGUES ARRIBA
Me pasa el brazo por detrás de la espalda y me lleva hacia
esa luz. Varios chicos tratan de ayudar, pero enseguida se retiran. Les debe
haber advertido que puede sola.
Subimos.
El ascenso es lento, ruidoso, lleno de flashes de luz, pero
con mucha oscuridad. Ya no hay nadie vivo en ese tremando edificio, ya nadie lo
habita, ni siquiera sus fantasmas.
Un olor a viejo' encierro es lo único que se siente al pasar
por cada piso al atisbar por los recodos, en ese lento subir hacia la terraza.
Llegamos arriba.
Salimos a un pasillo muy iluminado, gruesos ventanales lo
protegen del exterior dando acceso a la
terraza, mediante una puerta doble de metal.
Lo único que se interpone al paisaje son las casillas de los
equipos de aire, la de electricidad, y
otras dos que no sé qué son.
El cielo es una gloria.
Caminamos hasta una parte aterrazada, que tiene unos escalones amplios donde poder
sentarse.
Algo me sobresalta y me siento acalorado, reconfortado, como
si ya nada fuera una tortura.
Serena resplandece, brilla inclusive bajo ese sol enorme y
glorioso, bajo ese cielo límpido y sin
igual.
Desde lo alto de ese edificio se ve todo a muchos kilómetros
a la distancia, casi hasta dónde uno quiera, hasta donde llegue la vista, y
hasta dónde llega la mía, muchos puntos brillantes resaltan de la homogeneidad
del paisaje.
Los otros como ella.
Nos sentamos y ella
me abraza.
-Acá termina…No?
Ella asiente. Hay lágrimas en sus ojos, y eso me sorprende,
no las esperaba.
La imagen es impresionante y
terrible a la vez, una ciudad bajo un sol precioso, y las ruinas y el
humo lejano elevándose entre ellas. Una brisa fuerte se lleva las cenizas de
los que alguna vez cubrimos el planeta.
-Nunca imaginé morir acá. Así…
Se da vuelta y me mira
directo a los ojos
-No te diste cuenta?
Entonces todo cae en su lugar.
Demasiado liberado me levanté para semejante día, muy ligero
y sin pesares, casi que no era yo el que se levantó hace un rato y tomó un café de manos de mi hija.
Es mi hija?. Soy su padre?. Estas dos personas que estamos
juntas en lo alto del edificio más alto de la ciudad, son parientes como se
supone debemos ser?
Lo fuimos, y los seguimos siendo. Solo han variado las
condiciones en que se están dando las cosas.
Debo haber muerto anoche, cuando me acosté, y hoy resucité como tantos otros, con las
marcas en mi cuerpo, esperando el juicio y el castigo, aceptando o no la
redención, y ascender a algún sitio, o
volver al mundo y convertirme en un montón
de ceniza.
-En cierto modo ya lo aceptaste, papá.
La palabra me sorprende casi como si estuviera vivo. Hace
años que no me dice papá, pero todo completo. Casi que los recuerdos de mi beba
balbuceando esa palabra, me sacan lágrimas que no sé si tengo.
Las palabras del pastor surgen en mi cabeza tan claras, como
si tuviera la radio junto a mis oídos.
Guiaré
a los ciegos
por
un camino que no conocen
los conduciré
por sendas que ignoran
convertiré
ante ellos la oscuridad en luz
y
lo accidentado en llano.
Estos planes
los realizaré;
no
dejaré de cumplirlos
Era evidente que estaba vivo, o re-vivo, mucho más tiempo
que cualquiera de que supiera, ya sea los que ví en la televisión, o los que me
comentaron por teléfono. Todos habían estado en pie pocos segundos, minutos tal
vez, para luego morir por segunda y última
vez.
El brillo de mi hija se me torna algo molesto, casi que no
puedo mirarla.
-Necesito hacerte las preguntas. Estás dispuesto ?
La voz suena en mi cabeza muy clara. Ya no es necesario que el
sonido salga de su boca.
-SÍ. Pero antes quiero saber algo. Mami? Cómo...?
ELLA ESTA BIEN. MEJOR. DONDE DEBE . LA VEO CUANDO TENGO
GANAS, O SEA SEGUIDO.
Eso me reconforta. La amé todo lo que un hombre puede amar,
más allá incluso de diferencias que tuvimos. Me alegra saber que ahora está bien
y no sufre.
ESTAS LISTO ?
Me abraza fuerte y brilla aún más.
El sol ya enceguece, y el viento suave y fresco parece pasar a través de mí, como si
fuera etéreo, inexistente. Hay mucha luz por todos lados.
De pronto algo me reconforta, un sentimiento que me llega de
todas partes, de cada uno de esos seres luminosos que se ven muy pequeños en la
distancia, y sobre todo desde esa altura.
En muchos lugares está sucediendo algo similar, alguien como
yo, en mis condiciones actuales, está por responder pocas preguntas que
generaran algo increíble.
No soy el único que tiene que cargar con todas las culpas.
-No, papá. Ustedes son los ejemplos. Las evidencias que todavía
puede haber un poco de esa humanidad original que nos vio nacer.
Comienzan las preguntas. Respondo con pausa y tranquilo, a
pesar que siento que mi voz se apaga.
La luz es cada vez más fuerte. No siento casi los brazos de
mi hija alrededor. Todo brilla demasiado. No veo más nada. No escucho nada.
Algo toma forma dentro de la luz.
-Carmen...? .
La Luz es Todo.